Única fotografía que he conseguido encontrar del Baldaquino de Osera (Fotógrafo José Pacheco) |
Aunque el tiempo lo ha intentado borrar, es imposible que desaparezcan de la memoria unos hechos tan lamentables como los que aquí recordamos.
Imprescindible situarnos en el entorno histórico para
comprender lo ocurrido:
Aunque sea de manera escueta, debemos recordar que aquel año
1909, reinaba un joven Alfonso XIII, y el gobierno lo presidia el Conservador
Antonio Maura. Los enfrentamientos entre
estamentos sociales, estaban a la orden del día; las clases altas pugnaban por
continuar ostentando el poder político
en una opaca alternancia (caciquismo) entre Liberales y Conservadores,
mientras la clase trabajadora reivindicaba cambios sociales.
En Galicia era el
movimiento Agrario representado por Solidaridad Gallega, quien abanderaba la
lucha contra el caciquismo y exigía la abolición de los foros.
En torno a todos estos grupos giraban los titulares de una
influyente prensa que no dudaba en tomar partido, cuando no era directamente
portavoz de estos. Así nos encontramos enfrentados a dos diarios Ourensanos, “El Eco de Orense” y “El Miño”.
El Eco de Orense
fundado en 1880 por el diputado Liberal Vicente Pérez al servicio de su ideología política; comenzó
a cambiar de tendencia, al hacerse cargo de la dirección Don Valentín Lamas
Carvajal llegando a convertirse en portavoz de los Conservadores y los poderes
eclesiásticos; en aquel fatídico año 1909 era Modesto Lamas quien dirigía el
periódico. Ante ese cambio, Vicente
Pérez en 1898 funda “El Miño” y desde un primer momento los enfrentamientos
entre las dos cabeceras son continuos, la dirección en aquel año la ejercía el
escritor Francisco Álvarez de Novoa.
Es en ese escenario, donde ocurren los hechos que voy a
intentar narrar:
Osera 1931 |
A comienzos de 1908,
al arquitecto municipal y diocesano, señor Gulias, informa al Obispo
Illundaín del estado de los trabajos de
reforma en los templos de la diócesis. En ese informe se comenta el deterioro
que muestra el baldaquino que preside el
altar mayor de la iglesia de Osera y la conveniencia de retirarlo.
El exceso de proyectos, hace que no se tome una decisión, hasta que en
la visita pastoral de ese año, el prelado observa directamente el estado de la
pieza, y de nuevo solicita el informe del arquitecto, y en esta ocasión también
de la Comisión provincial de Monumentos. Los tres coinciden en que el estado de
las piezas aconsejaba su retirada.
En torno a Febrero de 1909, el ecónomo con carpinteros de la
zona comienza los preparativos para desmontar la pieza sin ningún tipo de
conflicto, hasta que en la misa del domingo la mayoría del pueblo se entera de lo
que se estaba realizando y deciden hablar con el sacerdote para que paralice
las obras hasta que ellos se reúnan con el obispo.
Esa reunión se produce pocos días después, encabezando la
comisión vecinal , el Juez de Punxin, Don Aquilino Sánchez; aunque
aparentemente parece llegarse a un acuerdo, es evidente que no es así, ya que
la actitud de los vecinos aconseja al párroco que abandone la iglesia, al
tiempo que no es posible encontrar carpinteros que continúen los trabajos.
Estando así la situación, comienzan los diarios ya
mencionados, a tomar partido colaborando a caldear el ambiente; la cercanía de las elecciones municipales e
incluso una antigua leyenda (se decía
que una paloma de oro anidaba entre las figuras que adornaban el Baldaquino)
se encargan de terminar de preparar el escenario.
Fuente de Osera en el bosque del Posío, hoy en Obispo Cesáreo Fotografía José Pacheco (Museo Etnóloxico de Ribadavia) |
El 22 de abril de 1909, por orden del Gobernador Sr. Alonso
Zabala una fuerza compuesta por veintidós Guardias al mando del teniente
Salinas escolta a unos carpinteros reclutados en el Círculo Católico
Ourensano. Al llegar al monasterio se
encuentran con un gran número de vecinos dentro del templo, con la
intención de no permitir la realización de los trabajos.
Después de un
tenso debate los carpinteros deciden regresar a Ourense sin tener ningún
tipo de oposición, y las fuerzas de seguridad en principio comunican su
intención de aguardar órdenes retirándose a comer.
Al poco de retirarse la fuerza pública, los vecinos
comenzaron a desmontar y quemar delante de la iglesia los andamios que semanas
antes habían colocado los carpinteros del pueblo, siendo este acto interpretado
por el mando de la fuerza pública como una provocación a la que se respondió
según unos, disparando directamente a
matar, según otros advirtiendo hasta en siete ocasiones que de no disolverse la
concentración se dispararía.
El resultado ya lo sabemos NUEVE muertos y al menos 27
heridos graves.
Los días siguientes fueron de una enorme tensión ya no solo
en la provincia, si no que a nivel nacional hubo grandes discusiones en el
Congreso. Eugenio López Aydillo, Ourensano redactor de “El Heraldo de Madrid”
y colaborador habitual del también madrileño “El Liberal”,
apoyaba al diario “El Miño” en su debate con el “Eco de Orense”. Y el partido liberal aprovechaba la gravedad
de los hechos para recriminar al gobierno.
El Obispo discretamente se refugió en el convento Alaricano de las
Clarisas y la ciudad vivió varias jornadas de protesta que obligaron al
gobernador a pedir apoyo de las fuerzas armadas de toda Galicia.
Cuando parecía que todo comenzaba a calmarse, corrió entre
la ciudadanía la noticia de que el obispo regresaría en breve a la ciudad, y
así el día 4 de mayo se convoca una manifestación de protesta, pero en una
desafortunada decisión el obispo regresa el día siguiente, poniendo en serio
riesgo su vida. Finalmente las fuerzas consiguen garantizar su protección, pero
todos los edificios de la ciudad con el relacionados son pasto de las iras de
sus detractores. El edificio del Circulo Católico, el Seminario y en especial el edificio recientemente
ocupado por los HH Maristas en la calle del Paseo (actual subdelegación de
defensa), terminan con todas las ventanas rotas y varios intentos de prenderles
fuego, por fortuna a pesar de la crudeza
de los hechos, no se tuvieron que lamentar nuevas víctimas. Pasado ese día de
revueltas, poco a poco se fueron calmando los ánimos aunque a finales de mayo
continuaba la ciudad bajo control del ejército, y los edificios públicos con
protección.
Aún hoy existen encendidos debates culpabilizando a unos y a otros; revisando las informaciones de aquellos días, desde mi punto de vista, existieron demasiados intereses enfrentados, que al final se llevaron por delante la vida de nueve personas, eso es lo verdaderamente grave.
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