Florentino Moretón, un proyecto de arquitecto
Desde que cree Ourense no Tempo en los comienzos del 2008, he tenido la gran fortuna de contactar con personajes sorprendentes, a los que me enorgullezco de poder llamar amigos. La parte triste y dolorosa, es que en algunos casos la naturaleza a querido que la relación fuera demasiado breve.
A los entrañables Ernesto Ferro, y los "Andreses", Pereiro e Yglesias, se unió en este verano "El Floro", un sorprendente, original, y cachondo personaje a quien solo pude ver en persona en dos ocasiones, (nuestras charlas eran de internet o telefónicas), pero al que le guardo un gran cariño y agradecimiento, el desde su Madrid de residencia me facilitó muchos datos que he compartido con vosotros, pero lo mas importante, en muchas ocasiones me ha hecho reír con sus ocurrencias e historias.
Me gustaría contaros algunas de sus aventuras y algun dia lo haré, pero hoy prefiero que sea su hija quien nos recuerde quien era
EL FLORO.
El pasado 31 de julio me despedí de una de las personas más importantes que han pasado por mi vida: Florentino Moretón (El Floro, El Pisco,...). Casualidad que fuera en el mismo hospital donde nos conocimos 32 años atrás.
Nació en Ourense en el año 1947 a finales de verano, en su casa ya no lo esperaban. En esa misma ciudad cursó sus estudios, empezando en los Salesianos y pasando después por la mejor profesora que ha tenido y que hacía honor a su nombre, Angelita Paradela.
Antes de cumplir 18 años, dejó su tierra para venirse a Madrid, más concretamente a la calle Juan Montalvo a una antigua residencia de estudiantes. Casualidades de la vida otra vez, justo antes de dejarnos, pasó unos días en el edificio vecino, aunque esta vez fuera en otro tipo de residencia. Así era él, tenía que dejarlo todo cerrado.
A mi hermano y a mí nos educó muy bien, nos enseñó que en el fútbol hay que ser de dos equipos: del Atleti y del que juega contra el Madrid. Gracias a él, todos hemos aprendido del buen cine (nada que fuera hecho más tarde de los 70), de música (los Beatles nunca pasarán de moda), fotografía (todavía recuerdo aquella Minolta que me regaló), arquitectura (muy pronto se estudiará el estilo remordimiento en la escuela),...
Su punto fuerte era su buen sentido del humor, aunque a veces no tanto (en serio, un tren no hace "butacacá butacacá"). Con referentes como Les Luthiers o Gila, a quien viéndolo un día en la feria del libro, le dijo "Por favor, no se muera usted nunca" . Lástima que ninguno de los dos haya cumplido la promesa.
Como me dijo hace poco un buen amigo suyo, mientras haya música, cine, arte y mucha risa, El Floro siempre estará con nosotros.
Seguro que seguirá comprando cada día el país, señalando las faltas de ortografía mientras se toma su café sin azúcar (que es como tiene que ser el café, amargo) con tres gotas y media de leche, todo ello desde "su nube". ¿Qué cuál es? La única rojiblanca.
Te queremos, capullo.
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Floro en una de las últimas visitas a su Auria. |