Año 1927, la academia Xesta en pleno posaba en las escaleras del Pompeo, como era tradición en aquellos años (Foto José Pacheco) |
Llena de casualidades esta la vida. Hace unos días tuve la oportunidad
de disfrutar una agradable conversación con Don Juan Carlos Rivas Fernández, en
la que me dio la noticia de que su esperado trabajo sobre nuestro viejo puente,
está prácticamente rematado. El caso es que aunque hace tiempo que sigo sus
trabajos, lo que no sabía era su relación familiar con los hermanos Xesta. De hecho
sus apellidos actualmente son Rivas Fernández-Xesta.
Justamente al día siguiente de esa charla, revisando papeles,
encontré unos datos sobre los comienzos en el mundo de las academias de Don
Juan y don Luis; su paso por la:
Academia General de orense. (1911)
A comienzos del siglo XX, los centros académicos públicos se
mostraban de todo punto insuficientes para cubrir la demanda, (el altísimo índice
de analfabetismo entre adultos que padecimos hasta finales del XIX, 63% en
1887, se fue venciendo poco a poco llegando en 1930 al 36,7%, actualmente muy
por debajo del 0,5%). Esa necesidad permitió la creación de academias privadas
de todo tipo; desde la aparición de los colegios religiosos, Carmelitas (1879),
Maristas (1908), Salesianos (1910)…., hasta pequeñas academias como la de don Ángel
Ferrin, la León XIII, o la de San Luis Gonzaga..., que entre otras misiones,
preparaban a los alumnos para el ingreso en el instituto, o las academias
que preparaban oposiciones o el ingreso en carreras universitarias.
Esta última era la oferta educativa de la Academia General de
Orense; por sus aulas pasaron muchos de los ourensanos que consiguieron entrar
en las carreras de Magisterio, Derecho y Academias militares, además de algunos
de los más significados Notarios, Registradores e incluso Abogados del Estado.
El método de trabajo era simple, esfuerzo continuo del
alumno y estrecho seguimiento por parte del profesor. Eso requería que el nivel
del profesorado fuera también muy alto.
La plantilla de la academia dirigida por el Capitán de Infantería
don Alfredo Abella Brage, la componían los también militares Fernando Martínez
Monje y Lorenzo Ucelay, los abogados Alejandro Cerda Eguizábal y Emilio Vázquez
Pardo (presbítero y también profesor del instituto), Eduardo Palacio Fontan catedrático
del instituto, y los hermanos Luis y Juan Xesta que se encargaban de las clases
de dibujo y filosofía respectivamente.
Las clases de dibujo junto con las específicas de idiomas
eran una de las novedades que ofrecía el centro; al tiempo que permitía la
posibilidad de matricularse como interno, alumno vigilado, o externo.
El centro se encontraba en la Calle Santo Domingo número 32,
dirección que no me atrevo a confirmar debido a los constantes cambios de numeración
habidos en la ciudad, pero posiblemente fuera muy proxima a donde años mas tarde estuvo la famosa
Academia Xesta.
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