Otro de los Monasterios que tenemos en la provincia es el de o Bon Xesús de Trandeiras, allá en tierras da Limia.
Cuentan las crónicas que en la antigüedad (sin fecha) unos caballeros del cercano Portugal vivieron la aparición de un Niño Jesús, motivo por el que decidieron construir una pequeña capilla. Andando los años y dada la fama adquirida por la capilla el prior de Xunqueira de Ambia Alonso de Piña en 1520 decide fundar un cenobio que diferentes acciones bárbaras (la francesada, la desamortización que degenero incluso en la venta de piedras para construir viviendas , ...), nos han legado en el lamentable estado que hoy presenta. Cualquier día es posible que vuelva a visitar el blog este monasterio formando parte de la crónica negra ourensana.
Un detalle singular es el de que la orden que se decidió a darle vida al monasterio, haya sido la de los Franciscanos (1523), orden mendicante, que como es lógico necesitaba de vecinos en el entorno que con su generosidad les dieran sustento. Lo habitual es ver crecer los monasterios de esta orden en centros urbanos, como mucho en villas, pero en zonas rurales es algo poco corriente.
En la actualidad, solo la iglesia presenta buen estado, de hecho se utiliza para el culto de manera habitual; el resto del complejo por el contrario presenta una imagen lamentable, de abandono y destrucción. Consta que han existido intentos de darle vida, como una escuela de cantería que paso una temporada de trabajos en la zona y varias iniciativas municipales que no llegaron a buen puerto. En la actualidad una pequeña casa rural en las cercanías con un también pequeño bar, ofrecen la posibilidad de pasar desde un momento hasta unos días de tranquilidad en un entorno magnifico.
La última vez que estuve allí, me resulto difícil levantarme del asiento pétreo que rodea el atrio de la iglesia, en el que el sonido del viento entre los arboles era lo único que te llegaba a los oídos, cierto es que finalmente para animarte a dejar el descanso, debes acercarte a la barandilla que rodea la parte baja del atrio y ver un representante de la historia limiana en todo su esplendor: la torre da Pena, uno de los gigantes que protegían el valle de Antela en aquellos lejanos tiempos.
En estos días es una muy buena opción para pasar una tarde de sábado...
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