Crónica Negra Ourensana, Sin fotos
Son ya unos cuantos los capítulos que he dedicado a recuperar la Crónica Negra Ourensana, con la única intención de que sirvan de ejemplo y evitemos que hechos parecidos vuelvan a suceder, ¡¡¡Ojala fuera posible!!!!. Hasta ahora la selección de casos la he hecho en función de las fotografías que caían en mis manos, pero eso lógicamente me obliga a obviar los casos más antiguos. Hoy rompiendo la norma básica de “Ourense no tempo”, escribiré sin fotos de algunos de los crímenes más sonados en Ourense.
El Crimen de Avión
Sin duda este caso sea uno de los más llamativos que se han vivido en la provincia, por varios motivos, la muerte de inocentes el primero, seguido por las injustificadas excusas que se daban en su momento, la dudosa resolución del caso y por último la brutalidad demostrada por los ejecutores, que sabian que el resultado no iba a ser únicamente la muerte de sus objetivo, sino que claramente habria victimas colaterales.
Pero vayamos a los hechos. Fue el 19 de agosto de 1890 en la aldea de Barroso, municipio de Avión (Ribadavia), los escasos vecinos que allí habitaban se despertaron en medio de la noche por una tremenda explosión. Al salir a la calle pudieron ver como caían al suelo restos de la vivienda que acababa de saltar por los aires. Se trataba de la casa de Ventura Lourido, el que había sido alcalde de Avión durante años, en ella dormían el matrimonio y sus hijos, solamente un criado estaba en la casa y también pernoctaba un visitante: el criado del párroco de Lajas Sr. Corbal.
La explosión se produjo en la cuadra situada en el bajo de la casa, y la cantidad de dinamita empleada fue tal que el tejado salió volando, las paredes cayeron y solo la fortuna quiso que hubiera supervivientes. El señor Ventura y su hija de 11 años, fallecieron en el acto, y el resto salió con heridas de diferente gravedad, el hijo pequeño y el criado del párroco que dormían en la misma habitación aparecieron a 20 metros de la casa..... Los que vivieron esos primeros momentos recuerdan con terror la imagen de una mula destrozada encima de los escombros.
Ventura era personaje muy conocido, y su trayectoria política le había granjeado tanto amistades como buen numero de detractores, muchos aun recordaban la inhabilitación y prisión que había sufrido en el pasado. Y en ellos buscaban justificar los hechos. Se encargaron del caso el juez de primera instancia de Ourense Sr. Funes, con el actuario Sr. Rodríguez. Y la investigación sobre el terreno le dirigió el comandante Brasa de la Guardia Civil Ourensana.
Con gran celeridad se detuvo a once sospechosos, pero sobre dos de ellos recayó la mayor parte de la investigación (según parece rondaban el pueblo el día de autos, y el año anterior habían sido investigados por intentar una acción similar contra Ventura Lourido).
En poco más de un año se dieron por concluidas las investigaciones y aunque estas no arrojaban pruebas concluyentes se celebro el juicio en Ribadavia, (Octubre 1891). Fueron más de 80 los testigos que declararon, pero la propia naturaleza de los hechos no permitió encontrar pruebas concluyentes contra los acusados. En esa tesitura a pesar de que el fiscal pedía la pena de muerte, un diario de la época recogía su absolución. (Decisión que doy por valida con reservas, dado que no he sido capaz de encontrar más que una referencia al hecho).
Intencionadamente omito los nombres de los procesados, al ser absueltos considero que no procede; sin embargo me parece justo hacer mención a uno de los comentarios que encontré en la prensa, por lo que significa de poco rigor por parte del periodista que lo publica.
“Han sido condenados a muerte los dos criminales que robaron la casa de Ventura Lourido en Rivadavia, matando a este y a su hija e hiriendo a su esposa y otras dos personas” (publicado el 18 de octubre de 1891).
La noticia real seria esta:
“Han sido absueltos los sospechosos de la explosión que causo la muerte de Ventura Lourido y su hija en Ribadavia”.
Sentencia de Muerte
El otro suceso que hoy os recuerdo, me llamo la atención porque a pesar de la claridad y brutalidad de los hechos, la actitud del asesino durante el juicio y la lógica repulsa que produce la pena de muerte, hizo que un clamor popular pidiera la conmutación de la pena pero....
En el caserío de Folgoso, parroquia de Villar de Ordelles, Esgos, acontecieron los hechos en junio de 1888. Allí residían Francisco (46 años) y su hija Maximina (16). El sábado la chica acudió a la novena de San Antonio con unas amigas y al terminar según estas declararon, la dejaron en su casa. Al día siguiente Francisco muy alterado recorrió el pueblo diciendo que la buscaba por no haber dormido en casa; la chica no aparecía, después de seguir varias pistas infructuosas, el pueblo y la familia empezaron a sospechar del padre (su carácter era brusco y su actitud extraña) y decidieron organizar la búsqueda.
En el juicio se demostró el asesinato al tiempo que quedo de manifiesto que el acusado llevaba tiempo abusando de la niña, motivos que encaminaron el juicio hacia la Sentencia de Muerte solicitada por el fiscal.
Comentan que desde que fue descubierto, el reo se mostró colaborador y arrepentido "por los abusos" (cierto es que pocas más opciones tenia...), pero en ningún momento reconoció el asesinato, lo cual unido a la natural repulsa que siempre acompañaba a la pena capital, hizo que en la ciudad se alzaran voces solicitando el indulto; encabezadas por Luciano Cid Hermida director del Álbum Literario, el periodista y escritor Alberto García Ferreiro y el influyente orensano Benito Fernández Alonso; reúnen en poco tiempo 600 firmas de apoyo para conmutar la pena capital.
Todas las gestiones resultan infructuosas, y como último recurso se envían telegramas a la reina para que interceda; sin que sus demandas sean atendidas por el gobierno, al no encontrar este, justificaciones suficientes para la concesión.
Es así como el 2 de de abril de 1889 a las 8,35 Francisco L.F. es ajusticiado en el cadalso situado para la ocasión en las proximidades del Polvorín; el verdugo (ejecutor Publico) designado para la ocasión fue Jorge Mayor.
Hacía más de 40 años que no se llevaba a cabo una ejecución en nuestra ciudad y según mis datos, con esta ejecución a Garrote se cerraba la tétrica historia de este artilugio de “justicia” en nuestra ciudad.
Otro día continuare con esta crónica negra; aun quedan en el tintero más casos de los que me gustaría contar, pero por fortuna menos de los acontecidos en otras zonas. En la provincia estos crímenes se recuerdan por el lugar en que acontecieron, señal de que era uno por parroquia: el de Avión, el de Folgoso, el de Amoeiro, Arnoya Viana...
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