Una segunda colaboración del profesor Sierra, en la que nos descubre uno de los mas trágicos sucesos vividos en el vecino Parderrubias.
Crimen en la Casa Rectoral de Parderrubias en el año 1936.
Por
Juan Carlos Sierra Freire
En el mes de junio del
año 1919, una vez fallecido el cura Don Benito Garrido, se hace cargo de la
Parroquia de Santa Olaia de Parderrubias don Alfonso Losada Fernández, párroco
en ese momento de Pereira de Montes. Permaneció en el cargo hasta junio de 1921,
fecha en la que llega como encargado de la Parroquia Don Adolfo Outumuro
Outumuro, natural de O Outeiro. Lamentablemente, don Adolfo fallece muy joven,
solo tres años después, volviendo don Alfonso a tomar las riendas de la
Parroquia durante unas semanas. Este fue el primer contacto que el cura Alfonso
Losada -nacido en Leborín (Barxa) en 1883 en el seno de la familia de
Benito y Agustina- tuvo con nuestra Parroquia, la cual sería regentada durante
los siguientes cinco años por don José Balboa González (1924-1925), don Pedro
Vázquez González (1925-1926) y don Ambrosio Cid Fariñas (1926-1929), hasta que
un día de 1929 Don Alfonso regresa nuevamente para hacerse cargo de la misma.
En ese momento, no se podía imaginar que su nueva etapa al frente de la
Parroquia de Santa Olaia de Parderrubias finalizaría trágicamente en la
madrugada del 13 de junio de 1936.
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Rectoral de Parderrubias |
El 14 de junio de 1936
varios periódicos locales y nacionales (El Pueblo Gallego, El
Compostelano, La Vanguardia, Gaceta de Tenerife,
etc.) se hacían eco de uno de los sucesos más dramáticos ocurridos en la
década de los años treinta en Parderrubias: el asalto a la Casa Rectoral en la
que habitaba el Párroco don Alfonso Losada Fernández. Aunque en un primer
momento, y dada la situación prebélica que vivía España, pudiese parecer un
crimen político, el suceso no tuvo ninguna connotación política más allá del
intento de robo perpetrado por delincuentes comunes.
A partir de las
noticias publicadas por la prensa escrita en esos días y del testimonio
de algunos testigos del suceso, podemos saber que, en la madrugada del 13
de junio de 1936, dos individuos entran en la Casa Rectoral con la intención de
robar. Habían permanecido escondidos desde varias horas antes en una casa
próxima, esperando a que llegasen las tinieblas de la noche y a que abandonasen
la Rectoral las visitas que había tenido el cura en ese día, entre ellas
presumiblemente la de don Felisindo Grande Seara, cura vecino de la Parroquia,
conocido entre otras cosas por la autoría de la novela “Don Proleterio y
Valdomino”, en la que propone una “refutación del marxismo”. Como consecuencia
de la resistencia que ofrece el cura para evitar el robo y de sus gritos de
auxilio, los asaltantes le descerrajan varios tiros, dos de los cuales le dañan
mortalmente un pulmón y los intestinos (El Pueblo Gallego, 14 de junio
de 1936). Aun así, los asaltantes se apoderaron de algún dinero y varios
objetos (La Vanguardia, 14 de junio de 1936). Ante los gritos de auxilio
de la víctima, acuden los vecinos del pueblo, que viendo la gravedad del herido
se organizan para ir a caballo hasta la parroquia cercana de Pereira de
Montes, con la finalidad de avisar a su Párroco, don Castor Gayo Arias, para
que se acercase hasta Parderrubias con el objeto de impartir la extremaunción
al malherido, y tratar de llevarlo a un centro hospitalario (El
Compostelano, 15 de junio de 1936), en donde fallecería el día 28 de ese
mismo mes.
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El Pueblo Gallego, 14 de junio de 1936. |
Los primeros vecinos que llegan la Rectoral, al lado de
la iglesia parroquial, intentan tocar las campanas para pedir auxilio, pero se
encuentran con la sorpresa de que la cuerda de las campanas había sido
estratégicamente cortada. Así recogía la noticia del asalto el diario El
Pueblo Gallego:
Los autores del crimen
habían sido los mismos que cometieran meses atrás el homicidio del conocido
ganadero Manuel Mera. Se trata de Constantino Vázquez, natural de la provincia
de Lugo, y José Campos (Pepe das Hortas), de nacionalidad portuguesa. Son
detenidos días después del crimen por la Guardia Civil de Celanova en O
Furriolo. Se trata de viejos conocidos de la Justicia, pues habían ya
estado en prisión en anteriores ocasiones por diversos robos.
Esta es la
noticia de la detención publicada por El Pueblo Gallego:
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El Pueblo Gallego, 25 de junio de 1936 |
El Libro Parroquial de
Parderrubias, en el apartado referido a la relación de sacerdotes que rigieron
la Parroquia, hace una detallada descripción del suceso con elementos no
reflejados por la prensa de la época. En esa relación de curas, al llegar a don
Alfonso Losada Fernández, en las páginas escritas años después de su muerte, se
señala que
“…desempeñó el
cargo hasta el día 13 de junio de 1936, fecha en que fue vilmente asesinado”.
Y a continuación se
hace una descripción pormenorizada de los hechos, en la que algunos detalles no
coinciden con lo publicado por la prensa:
“A las dos horas (por
tanto en plena noche) del mes de junio de mil novecientos treinta y seis, dos
hombres, después de haber taladrado y abierto la puerta que da al Cementerio
entraron en la habitación-dormitorio del párroco y le dispararon dos tiros
hiriéndolo mortalmente.
A las voces de auxilio
acudieron los vecinos sin dar tiempo a los malvados para el robo ni pudieron
tan siquiera verlos; a los pocos días fueron capturados y entraron en la cárcel
pero enseguida los pusieron en libertad porque gobernaba entonces el Frente
Popular. Al ocurrir el Alzamiento de Franco, dieron con ellos; uno cayó cerca
de Barbantes perseguido por la Guardia Civil; otro cayó e Corbillón o sea fue
capturado por una partida de falangistas que lo llevaron al monte del Furriolo
donde, por lo visto, los mismos ladrones habían robado y dado muerte a un
ganadero apellidado Mera; de allí lo llevaron a la cárcel de Celanova donde a
los pocos días ya no estaba…
Volvamos al Párroco.
El Párroco en gravísimo estado fue llevado a un Sanatorio a Orense, pero no
quisieron intervenirle por considerarlo gravísimo; así que se vio en la
necesidad de entrar en el Hospital Provincial en medio de insultos y
blasfemias; tampoco allí quisieron intervenirle por considerar inútil toda
intervención, pues los proyectiles le habían atravesado un pulmón. Toda la parroquia fue
a visitarle y él declaró solemnemente que ninguno de sus feligreses había
tenido parte en el crimen y que todos eran muy amantes de su párroco. El día veintiséis del
mismo mes volvieron a traerlo a la Rectoral y murió a las 18 horas del día
veintiocho o sea dos días después.
El día treinta le
dieron sepultura y tuvieron un solemnísimo funeral al que asistieron más de
treinta sacerdotes y la parroquia en pleno”. En el libro de
difuntos de la Parroquia de Parderrubias podemos leer:
“…falleció el día
veintiocho del actual a consecuencia de un colapso cardíaco según certificación
facultativa. Hizo testamento en el Hospital de Orense por ante el Notario Sr.
Gambón donde hace constar su última voluntad… Fue funerado con treinta y ocho
sacerdotes de cuerpo presente. Testigos D. José y Manuel Garrido vecinos de
Parderrubias. Treinta de junio de mil novecientos treinta y seis. Castor Gayo
Arias“.
Don Alfonso Losada fue
sepultado en el cementerio parroquial de Parderrubias, ubicándose su sepultura
en la entrada de la puerta principal de la iglesia.
Sepultura de don Alfonso Losada en el cementerio parroquial de Parderrubias
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