Esta semana la fundación Barreiros, hace entrega del XII premio a la figura de prestigio en la automoción 2024. Con toda seguridad el premiado Don Carmelo Sanz Barros Presidente del RACE, es digno merecedor de tal honra. Sin embargo se me ha ocurrido revisar la lista de premiados que desde el año 2000 se ha ido configurando, y sin poner pegas a ninguno de ellos; si la revisáis veréis nombres como el del genial Carlos Sainz o la llorada María de Villota junto a grandísimos profesionales del mundo del motor. Como digo, sin poner pegas a ninguno de ellos, incluso no se si adelantándome a los deseos de los organizadores, echo en falta un reconocimiento.
Presidente Honorario de Barreiros Diesel.
Eduardo Barreiros Nespereira con su esposa Luzdivina Rodríguez y Eduardo hijo, año 1921 foto Fundación Barreiros
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El tiempo como sabemos se encarga de dificultar el seguimiento de estas historias, pero con paciencia se van hilando… Las varias biografías de Eduardo Barreiros Rodríguez incluyen referencias a su padre Barreiros Nespereira, y los inicios de la empresa familiar, pero como digo, el tiempo suele liarlo todo. Y por si fuera poco el tema del transporte en sus comienzos era de tal complejidad que se dieron multitud de casos en los que las empresas a pesar de presentar toda la documentación y trámites exigidos, no tenía más remedio que funcionar en una situación precaria que con frecuencia acarreaba injustas sanciones.
Sobre este tema mi amigo y gran estudioso de estos temas Xosé Carlos Fernández Diaz, nos lo explicaba así.
Por una parte las empresas de transporte, antes de que se proclamase la primera Reglamentación del Estado (1924) funcionaban con licencias muy diversas, municipales, provinciales o de las Delegaciones de Fomento.. Las que tenían alguna licencia. Después, está el tiempo Republica/Guerra Civil, en que por razones obvias el registro y control de este tipo de servicios estuvo "descontrolado". Incluso, tras la Guerra y hasta la promulgación de la Ley del 1947 y su Reglamento, el régimen hacia la vista gorda, e incluso estableció los servicios denominados "Tolerados", que sin reunir los requisitos administrativos exigibles, se autorizaban, en virtud de su necesidad...
Lo explico, porque sin este dato de la complejidad de obtener la licencia podrían sacarse conclusiones erróneas. Eduardo Barreiros Nespereira solicitó gestionar la línea Orense-Luintra-Orense en 1925, aunque probablemente entre papeleos y la dificultad de hacerse con un vehículo, tuvo que esperar al año siguiente, de hecho en 1927 aún consta pendiente de autorización oficial, con lo cual frecuentemente la guardia civil sancionaba a aquel OR-688 que por mis datos fue el primero que tuvo, dicen las crónicas que era un Panhard Levasor de 18 plazas. Con él que parece ser, tuvo su primer accidente de consideración; en contra de lo que pensamos de aquella época, no eran tan extraños, ya que a las limitaciones de los vehículos en cuanto a seguridad y fiabilidad se unía la poca practica de muchos usuarios; con esos mimbres Don Eduardo se topó una mañana en el cruce de la carretera de la Lonia-circunvalación (no me atrevo a situarlo en la actualidad…), con la camioneta OR-399 que conducía doña Aurea Moreno, almacenista de Puente Canedo. Los daños fueron únicamente materiales y sin duda la reparación fue cosa de unos días, con la ayuda ya, de un joven Eduardo de 9 años, al que las herramientas no le eran extrañas pero en ocasiones le jugaban una mala pasada, tal y como sabemos por la prensa, en 1929, se atravesó la mano con unas tijeras.
En ese año la empresa, estaba totalmente consolidada, y aunque lo de los permisos seguía enrevesado, ya no era habitual que se les sancionara, motivo que aconsejó el aumento de la flota para solicitar una nueva línea que cubriría la zona de Peares; haciéndose después de sus esperas con el OR-1565 (1931), probablemente en ese autocar fuera en el que Eduardo hijo colaboraba como revisor de la linea.
Horarios de Servicio Peares Orense año 1930, como veis la salida era desde el parque de San Lázaro 1.
Poca gracia debió hacerle a Don Eduardo que aun en 1933 le impusieran una sanción por no tener concedida la línea, (las cosas de la administración, iban mejorando…). Para que tengáis clara la complejidad en el tema licencias, no fue hasta 1935 que se le adjudicó la línea de Peares, pero con dos detalles, el primero es que la línea no se consideraba como definitiva, si no que se encuadraba dentro de las “Toleradas”, por ser de interés social. Y como en todas las concesiones de transporte de aquellos años, el responsable de los ferrocarriles del Oeste emitía voto en contra de la adjudicación.
En el siguiente periodo, de doloroso recuerdo por la guerra, tanto padre como hijo tuvieron que cumplir obligaciones, en los dos casos su conocimiento y propiedad de autobuses, fueron aprovechados siempre que se pudo, Eduardo padre se quedó en Ourense manteniendo como podía los servicios de las dos líneas y Eduardo hijo durante un tiempo y conduciendo un autocar de la empresa se encargaba del transporte de militares y heridos entre Coruña y Oviedo, entre otros destinos.
En el 38 Eduardo padre se hace con una nueva línea que une Parada de Sil con la capital, y con ella se encarga también del correo algo primordial en aquellos años,
Los vehículos en ese momento ya tenían que ser los que hubiera, 2ª 3ª o la mano que fuera, y ahí probablemente comenzaron a agudizar el ingenio padre e hijo, para intentar apovechar lo que caia en sus manos.
En el 39 padre e hijo se vuelcan en la empresa y por necesidad dedican casi todo su tiempo al pequeño taller que montaron, con idea de hacer el mantenimiento de aquellos vehículos que necesitaban día si día también una reparación pero que en sus manos no dejaban de estar operativos.
Eduardo hijo no tarda en mostrar una habilidad inusitada para recuperar motores y su padre va dejando en sus manos primero el taller y después las líneas. Es quizás ese el momento en que se podría separar la biografía de uno y otro, aunque no sería totalmente cierto, incluso es necesario tener presentes a los cuatro hermanos, que siempre se desvivieron por la empresa.
FIN
De Eduardo Barreiros es fácil encontrar datos, libros, reportajes e incluso películas contando como fue su aventura, eso unido a reconocimientos que ha tenido por todo el mundo, y en su Ourense natal, donde Una plaza lleva su nombre así como un polígono industrial, sin olvidar que nuestra Diputación le concedió el premio Ourensania 2015; todo realmente merecido.
Yo me he atrevido a recordar a su padre pensando que probablemente supuso un ejemplo constante para Eduardo y sus hermanos.
A pesar de que he procurado ser fiel a la realidad, mis fuentes son mayoritariamente la prensa, y no siempre se puede contrastar la información. El hecho de existir varias contradicciones en cuanto a fechas, me obliga a indicarlo para que no se cierre la investigación de momento.