Se inauguró como ya sabemos en el 18 después de un largo periodo de obras y algunos conflictos que no permitían abrirlo al trafico; hoy no es su mejor momento el que os voy a contar, pero no se puede esconder que ocurrió, y por desgracia no fue el único
Primer suicidio del Puente Nuevo
Fue el primero de abril de 1930, cuando los periódicos de la ciudad abrían la portada con la trágica noticia de que: Un joven se suicida arrojándose al Miño desde el puente Nuevo; de ser cierto, era el primero del que se tiene constancia.
El relato rápidamente se pudo construir porque el protagonista lo hizo de manera que no quedaran dudas de su intención. Si acaso pequeñas diferencias entre lo que contaba cada cabecera, de prensa pero al final todo encajaba.
Hacia las 7 de la mañana un joven de 16 años se hizo acompañar de un amigo de 12, con la excusa de ir a nadar al rio. cual no seria la sorpresa del niño cuando habiéndose quitado la ropa su amigo le dice que la entregue en el Fielato del Puente y de manera inmediata se sube a la barandilla del puente arrojándose al vacío.
Estupefacto y asustado el niño se dirige al fielato donde entre balbuceos cuenta a los guardias de arbitrios lo sucedido, estos se lanzan a comprobar en la zona si aun se puede hacer algo pero ya no ven nada. El siguiente paso fue revisar la ropa para comprobar si tenia alguna pista para identificar al propietario, encontrando una nota que de manera indubitable confirmaba el suicidio: "Desesperado de mi vida quise ponerle fin"...
El resto no es mas que un relato de dolor, en el que se hace difícil comprender hasta que punto esa familia sufrió, lo ocurrido; máxime cuando seguramente los motivos eran salvables...
Sin entrar en mas profundidades, queda el hecho como una fecha luctuosa de las efemérides ourensanas, en la que nuestro Puente de Hierro se estrenaba en esas lides...
El titular de La Zarpa, fue durante mucho tiempo uno de los chascarrillos Negros de la ciudad porque en el segundo párrafo afirmaba : Afortunadamente la desgracia tuvo plena confirmación... No quiero imaginar el enfado de don Basilio al percatarse de tan lamentable error.
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