Año 59 ourensanos cruzando la pasarela del Pelamios. (Foto Villar)
Las riadas Aurienses.
¿No os tiene ocurrido que de tanto ver algo, termina por pasar desapercibido?, a mi me ocurre con frecuencia, y cuando me doy cuenta incluso tengo un sentimiento de vergüenza o como mínimo de culpabilidad. Podría hablaros de magnificas vistas, puestas de sol o unos cuantos ejemplos de mas sitios y situaciones, pero no quiero cansaros, seguro que cada uno tendrá sus ejemplos. El caso es que en ocasiones la naturaleza se resiste a permitir ese olvido y se revela, ese es el caso de mi artículo de hoy, ¡Cuando nuestros ríos deciden reclamar atención!!!
En Ourense tenemos la gran fortuna de ver pasar el Miño por el medio de la ciudad, y por si eso fuera poco otros tres afluentes juguetean en barrios de nuestra ciudad: Barbaña, Lonia y Regato dos Muiños. Por algún motivo que desconozco nunca hemos sabido darle la importancia y uso que seguramente se merecen estos torrentes, ¡algún día....!.
Quizás por ese casi olvido, todos los años se nos da un toque de atención, los cauces se desbordan, y aunque por fortuna suele ser más un espectáculo que otra cosa, a lo largo de la historia hemos tenido episodios que han dejado huella, incluso llevándose vidas.
De 1656 es la primera referencia que tengo de crecidas en el Miño, pero fue la de 40 años después (1696) la que de confirmarse los datos habrá sido la más grande: "....llego a pasar más cantidad de agua por detrás de Nuestra Señora de los Remedios de la que lleba el Miño en algunos tiempos de hibierno....” en otro párrafo nos descubre un tétrico escenario: .... ...ques a donde rebalsa el Miño con el entropiezo de la mar, entre otras muchas cosas, se allaron dos padres de san Benito que fueron para allí y una señora de buen porte y un sazerdote y otras muchas personas que llebó el río con muchas mas que no pareçerían.....” (Texto de Antonio de Novoa, párroco de Santa Eufemia 1696).
Al margen de estos textos manuscritos, no tenemos más información de esas crecidas, teniendo que avanzar hasta el 1844 para tener datos contrastados de la que hasta ahora fue la peor de todas, irrefutable la altura que alcanzaron las aguas porque se decidió dejar marca en las piedras del puente de cual había sido tal nivel. Esta es la inscripción que lo indica: “Alta de la Avenida 19 FB 1844”. (Situada en el entorno de la Caseta do Legoeiro). En el 46 sabemos que otra crecida hizo que el “Gefe político” de la provincia decidiera hacer una fortificación en el puente mayor para evitar la huida hacia Portugal de los rebeldes, dada la imposibilidad de cruzar el río por otro medio.
A Ponte en Diciembre de 1909
Es de la siguiente, la de dic. 1909 la primera que he podido conseguir pruebas graficas. Fue ¿Cómo no? El maestro Pacheco quien se encargo de fotografiar aquel espectáculo de nuestro Miño por encargo de “Vida Gallega”. Sin duda una riada impresionante, pero lo que la convirtió en más peligrosa si cabe fue el haberse producido en fechas tan próximas a las Navidades (comenzaron las crecidas el 21 de dic. Y se alargaron hasta el 26), vías de tren cortadas y carreteras en muchos casos intransitables, obligaron a los viajeros a realizar rodeos inverosímiles y no exentos de peligros.
La siguiente crecida que llama la atención fue la producida en 1935, que afecto sobremanera al Barbaña, el cual durante unos cuantos días se convirtió en perfectamente navegable, a pesar de las imágenes que dejó, se puede decir que no tuvo consecuencias irreparables. No se puede decir lo mismo de la riada del 45, la crecida se produjo por la noche y con tal virulencia que aunque no fue muy larga en el tiempo, el volumen de agua caída genero un torrente que cogió desprevenidos a varios vecinos que terminaron ahogados (25 fallecidos del entorno de la ciudad Pontón Villaescusa, Cartelle, Carballeira, Polvorín), y se llevo por delante varias de los pasos del Barbaña en la ciudad, Puente Pelamios, y A Ponte pequena (como se llamaba el pontillón que había debajo de la plaza al lado del antiguo matadero). Cuentan que también fueron muchos los daños que tuvo el edificio de la Casa de Baños La Moderna.
Ponte Pelamios en el 45. (Foto Cándido Cid)
Muchos pensaron que el problema de las crecidas desaparecería por la profusión de embalses y presas que a partir de los cuarenta comenzaron a surgir por la geografía española y principalmente Gallega, pero en el 59 sucedió una desgracia en la cercana Zamora que lleno de nuevo de precauciones a nuestros vecinos, fue en el pueblo de Ribadelago donde la rotura de la presa de Vega de Tera, se cobró la vida de la cuarta parte de la población. Días después de esa terrible tragedia muchos vecinos del Couto y Canedo subieron al seminario ante el miedo de que la inminente crecida del Miño tirara alguno de los embalses que lo “dominaban”. Finalmente en la ciudad los daños fueron mínimos, aunque de nuevo los pueblos del entorno sufrieron la violencia de las aguas, y dieron lugar a escenas que hoy provocan sonrisas aunque en aquellos momentos generaron auténtico pánico: una granja de cerdos de A Farixa quedo totalmente destruida y sus “habitantes” fueron vistos nadando por el rio al lado de un burro al que se perdió la pista después de pasar por el Ponte Pedriña (Ervedelo).
A Ponte Vella en el 1966
Y para terminar por hoy con estas catástrofes, citar solo la que dio lugar a esta fotografía. La riada del 66, que aunque se intento controlarla, la debilidad de nuestra “Ponte”, quedo en evidencia; al golpear las aguas una de las cepas centrales, provoco el derrumbe que se aprecia, por fortuna todo quedo ahí y no se produjo ninguna víctima mortal.
Fueron muchas más las crecidas de nuestros ríos, y muchas también las anécdotas que se podrían contar pero por hoy creo que es suficiente para que recordemos que el rio siempre reclama RESPETO.
Barbaña 1935 Archivo Pueblo Gallego Foto Villar (Leopoldo)
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