Consejos y avisos

27/6/18

Crimen de Parderrubias, Por Juan Carlos Sierra


Una segunda colaboración del profesor Sierra, en la que nos descubre uno de los mas trágicos sucesos vividos en el vecino Parderrubias.


Crimen en la Casa Rectoral de Parderrubias en el año 1936.
Por Juan Carlos Sierra Freire
   En el mes de junio del año 1919, una vez fallecido el cura Don Benito Garrido, se hace cargo de la Parroquia de Santa Olaia de Parderrubias don Alfonso Losada Fernández, párroco en ese momento de Pereira de Montes. Permaneció en el cargo hasta junio de 1921, fecha en la que llega como encargado de la Parroquia Don Adolfo Outumuro Outumuro, natural de O Outeiro. Lamentablemente, don Adolfo fallece muy joven, solo tres años después, volviendo don Alfonso a tomar las riendas de la Parroquia durante unas semanas. Este fue el primer contacto que el cura Alfonso Losada -nacido en Leborín (Barxa) en 1883 en el seno de la familia de Benito y Agustina- tuvo con nuestra Parroquia, la cual sería regentada durante los siguientes cinco años por don José Balboa González (1924-1925), don Pedro Vázquez González (1925-1926) y don Ambrosio Cid Fariñas (1926-1929), hasta que un día de 1929 Don Alfonso regresa nuevamente para hacerse cargo de la misma. En ese momento, no se podía imaginar que su nueva etapa al frente de la Parroquia de Santa Olaia de Parderrubias finalizaría trágicamente en la madrugada del 13 de junio de 1936.
Rectoral de Parderrubias
   El 14 de junio de 1936 varios periódicos locales y nacionales (El Pueblo GallegoEl CompostelanoLa VanguardiaGaceta de Tenerife, etc.) se hacían eco de uno de los sucesos más dramáticos ocurridos en la década de los años treinta en Parderrubias: el asalto a la Casa Rectoral en la que habitaba el Párroco don Alfonso Losada Fernández. Aunque en un primer momento, y dada la situación prebélica que vivía España, pudiese parecer un crimen político, el suceso no tuvo ninguna connotación política más allá del intento de robo perpetrado por delincuentes comunes.
   A partir de las noticias publicadas por la prensa escrita en esos días y del testimonio de  algunos testigos del suceso, podemos saber que, en la madrugada del 13 de junio de 1936, dos individuos entran en la Casa Rectoral con la intención de robar. Habían permanecido escondidos desde varias horas antes en una casa próxima, esperando a que llegasen las tinieblas de la noche y a que abandonasen la Rectoral las visitas que había tenido el cura en ese día, entre ellas presumiblemente la de don Felisindo Grande Seara, cura vecino de la Parroquia, conocido entre otras cosas por la autoría de la novela “Don Proleterio y Valdomino”, en la que propone una “refutación del marxismo”. Como consecuencia de la resistencia que ofrece el cura para evitar el robo y de sus gritos de auxilio, los asaltantes le descerrajan varios tiros, dos de los cuales le dañan mortalmente un pulmón y los intestinos (El Pueblo Gallego, 14 de junio de 1936). Aun así, los asaltantes se apoderaron de algún dinero y varios objetos (La Vanguardia, 14 de junio de 1936). Ante los gritos de auxilio de la víctima, acuden los vecinos del pueblo, que viendo la gravedad del herido se organizan para ir a caballo hasta la parroquia cercana de Pereira de Montes, con la finalidad de avisar a su Párroco, don Castor Gayo Arias, para que se acercase hasta Parderrubias con el objeto de impartir la extremaunción al malherido, y tratar de llevarlo a un centro hospitalario (El Compostelano, 15 de junio de 1936), en donde fallecería el día 28 de ese mismo mes.
El Pueblo Gallego, 14 de junio de 1936.
  Los primeros vecinos que llegan la Rectoral, al lado de la iglesia parroquial, intentan tocar las campanas para pedir auxilio, pero se encuentran con la sorpresa de que la cuerda de las campanas había sido estratégicamente cortada. Así recogía la noticia del asalto el diario El Pueblo Gallego:
   Los autores del crimen habían sido los mismos que cometieran meses atrás el homicidio del conocido ganadero Manuel Mera. Se trata de Constantino Vázquez, natural de la provincia de Lugo, y José Campos  (Pepe das Hortas), de nacionalidad portuguesa. Son detenidos días después del crimen por la Guardia Civil de Celanova en O Furriolo. Se trata de viejos conocidos de la Justicia, pues habían ya estado en prisión en anteriores ocasiones por diversos robos. 
  Esta es la noticia de la detención publicada por El Pueblo Gallego:
El Pueblo Gallego, 25 de junio de 1936
     El Libro Parroquial de Parderrubias, en el apartado referido a la relación de sacerdotes que rigieron la Parroquia, hace una detallada descripción del suceso con elementos no reflejados por la prensa de la época. En esa relación de curas, al llegar a don Alfonso Losada Fernández, en las páginas escritas años después de su muerte, se señala que
…desempeñó el cargo hasta el día 13 de junio de 1936, fecha en que fue vilmente asesinado”.
Y a continuación se hace una descripción pormenorizada de los hechos, en la que algunos detalles no coinciden con lo publicado por la prensa:
A las dos horas (por tanto en plena noche) del mes de junio de mil novecientos treinta y seis, dos hombres, después de haber taladrado y abierto la puerta que da al Cementerio entraron en la habitación-dormitorio del párroco y le dispararon dos tiros hiriéndolo mortalmente.
     A las voces de auxilio acudieron los vecinos sin dar tiempo a  los malvados para el robo ni pudieron tan siquiera verlos; a los pocos días fueron capturados y entraron en la cárcel pero enseguida los pusieron en libertad porque gobernaba entonces el Frente Popular. Al ocurrir el Alzamiento de Franco, dieron con ellos; uno cayó cerca de Barbantes perseguido por la Guardia Civil; otro cayó e Corbillón o sea fue capturado por una partida de falangistas que lo llevaron al monte del Furriolo donde, por lo visto, los mismos ladrones habían robado y dado muerte a un ganadero apellidado Mera; de allí lo llevaron a la cárcel de Celanova donde a los pocos días ya no estaba…
      Volvamos al Párroco. El Párroco en gravísimo estado fue llevado a un Sanatorio a Orense, pero no quisieron intervenirle por considerarlo gravísimo; así que se vio en la necesidad de entrar en el Hospital Provincial en medio de insultos y blasfemias; tampoco allí quisieron intervenirle por considerar inútil toda intervención, pues los proyectiles le habían atravesado un pulmón.   Toda la parroquia fue a visitarle y él declaró solemnemente que ninguno de sus feligreses había tenido parte en el crimen y que todos eran muy amantes de su párroco.   El día veintiséis del mismo mes volvieron a traerlo a la Rectoral y murió a las 18 horas del día veintiocho o sea dos días después.
    El día treinta le dieron sepultura y tuvieron un solemnísimo funeral al que asistieron más de treinta sacerdotes y la parroquia en pleno”.     En el libro de difuntos de la Parroquia de Parderrubias podemos leer:
“…falleció el día veintiocho del actual a consecuencia de un colapso cardíaco según certificación facultativa. Hizo testamento en el Hospital de Orense por ante el Notario Sr. Gambón donde hace constar su última voluntad… Fue funerado con treinta y ocho sacerdotes de cuerpo presente. Testigos D. José y Manuel Garrido vecinos de Parderrubias. Treinta de junio de mil novecientos treinta y seis. Castor Gayo Arias“.
Don Alfonso Losada fue sepultado en el cementerio parroquial de Parderrubias, ubicándose su sepultura en la entrada de la puerta principal de la iglesia.
Sepultura de don Alfonso Losada en el cementerio parroquial de Parderrubias
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