Curso 63-64 en las escaleras del "chalet" que estaba en medio del patio |
Esta rematando otro curso académico, y andan los infantes
revolucionados. Bueno, algo de culpa también será del calor ¿no?.
En esta ocasión no he tenido que esforzarme en buscar las
fotos para despedir el curso, un nuevo amigo y lector se ha encargado de
facilitarme unas cuantas imágenes de su vida estudiantil, que se adaptan perfectamente.
Ramón G. Leston, fue alumno de Maristas
desde comienzos de los sesenta; fue una de las primeras promociones en utilizar
el colegio de Bedoya, y también fue uno de los primeros en “sufrir o disfrutar”,
(el nos lo dirá) del internado.
Entre sus compañeros figuraban, apellidos de sobra
conocidos, Domínguez, Feijoo –Montenegro,
Huete, Gesto, Perille, y muchos más que seguramente os resultaran familiares. Me
cuenta también varios detalles desconocidos por mí: por un lado, que junto a
los hijos de emigrantes que eran multitud en el internado, estaban varios huérfanos
de médicos becados por el colegio; y que los fines de semana los internos podían
escoger entre ir a ver un partido de fútbol al estadio, o asistir a cualquiera de
los cines de la ciudad, siendo una actividad que ofertaba el colegio gratuitamente (por
lo que me comenta Ramón, era muy bienvenida, porque de aquellas los bolsillos solo
contenían “buratos”).
Equipo de "profesionales" de Maristas |
La verdad es que tampoco es que fuera muy necesario tener
dinero en aquellos días, cama y comida estaban resueltos en el internado, y el
ocio principalmente consistía en jugar en el patio, o hacer deporte.
"pequeños...decía
el Hno. Nicolás...a jugar”.
El hermano Victor con Juan y Clocas, dos buenos baloncestistas regresan del Posio acompañando a los pequeños. |
Otro de los recuerdos que me presta Leston, nos habla de las
caminatas que se hacían entre el colegio y el jardín del Posío, de aquellas “pista
deportiva” (de andar por casa, pero era lo que había, como le habían puesto una
capa de cemento, era lo mejor para el baloncesto y el Hockey). En la foto
aparece el mítico hermano Víctor que acompaña a uno de los equipos de básquet. En aquellos tiempos esos paseos eran muy
habituales ya no solo por cuestiones deportivas, sino que aun existía alguna
actividad en el colegio de la Avda. de Pontevedra (el traslado se fue haciendo
de manera escalonada) y con frecuencia había que desplazarse al colegio nuevo; por ello la calle de Santo Domingo era como otro “pasillo” del colegio.
Los que "podáis", disfrutad del verano que os lo merecéis, y
los que no, haced un pequeño esfuerzo en julio que merece la pena.
En Septiembre mas…………………
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