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Foto tomada por Miguel en el deposito de Montealegre en los 70´s |
Allá por los años 70, cuando aun no echaba barba y el mundo se me antojaba inmenso, inabarcable, lleno de encantos y misterios por descubrir, me atrapó, más bien diría: nos, pues eramos legión, la fiebre del Kung Fu.
La muerte en extrañas circunstancias y en la plenitud de su vida convertía en mito a Bruce Lee y el pequeño saltamontes nos mostraba, desde la única cadena televisiva que por entonces teníamos, nuevos métodos para enfrentarnos, física y mentalmente, a los conflictos. El mágico y lejano oriente expandiendo su sabiduría milenaria o una campaña de marketing bien orquestada desde occidente fueron llenando de gimnasios de artes marciales nuestro entorno. El primero en abrir sus puertas en Ourense, en una sala del Pabellón de los Remedios, fue el gimnasio Lee, dirigido por el maestro de taekwondo, LEE DONG KYU, , donde algunos amigos se apuntaron.
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Interior del gimnasio en los setenta. |
Quiero recordar a dos entrañables bajitos tristemente ya fallecidos, Ramón Blanco " Monchito" y Manolo " el Rata" que, al año de iniciarse en la materia, y luego de retarles yo, muy confiado en mi mayor envergadura, a un amistoso combate, ya elevaban, para mi perplejidad, su escaso metro sesenta por encima de mi cabeza con una patada voladora, y eran capaces luego de bailar, amagar, esquivar mis lentos y torpes golpes, saltar, girando en el aire sobre si mismos, con una endiablada velocidad, impactar en mi pecho, hasta dar con mis huesos en el duro suelo. Todo un arte, no apto para abusones. Como era de esperar en nuestra acomplejada sociedad de entonces este fue el inicio del culto al cuerpo, no así, lamentablemente, del culto a la mente a través de la lectura y la meditación en busca de un mayor conocimiento con respecto a nosotros mismos, a nuestra comunión con los demás y con el mundo que, pasajeramente, habitamos y con voracidad expoliamos.
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Una exhibición en el Pabellón de los alumnos del Gimnasio LEE. |
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