Grazas ás vosas colaboracións, é posible manter este blog; ao mesmo tempo, considero que lle achegades unha calidade que eu non sería capaz de darlle.
A maioría enviádesme fantásticas imaxes, que agradezo moitísimo, e algúns (por desgraza, menos), axudádesme facilitándome xa o comentario da imaxe.
Nesta ocasión é de novo Don Federico Román Alonso, quen nos abre o seu álbum familiar, para mostrarnos unha fotografía histórica de Galicia.
El 14 de septiembre de 1911 fue tomada esta fotografía en Vivero, con motivo del centenario del nacimiento de Nicomedes Pastor Díaz. Encabezaban la comitiva: Marcelo Macías, que había sido invitado para pronunciar la oración fúnebre al día siguiente, fecha del aniversario, en la iglesia parroquial de Santiago, y Manuel Murguía, que presidiría la sesión de la Real Academia Gallega en dicha población. La procesión cívica, amenizada por la banda de Infantería de Marina de El Ferrol, terminaría con la dedicación y entrega de una placa enviada por los vivarienses que residían en Argentina. También se adhirió al acto, entre otras sociedades americanas, el Centro Gallego de La Habana.
Se puede apreciar la estampa tantas veces descrita de ambos polígrafos: Murguía con su chistera, y don Marcelo con el manteo elogiado por su discípulo Antonio Rey Soto:
Así extendía Cicerón la mano
y al torvo Catalina apostrofaba.
Con una voz como esa declamaba
sus broncíneos exámetros Lucano.
- No tuvo nunca el orador romano
la flamígera frase más esclava,
ni se cernió más alta, libre y brava,
la brava inspiración del vate hispano.-
Todo es latino en él: el grueso cuello,
el ancho cráneo, el híspido cabello,
la sutil majestad con que dialoga,
el recio gesto, la actitud erguida
y la enorme alegría de su vida …
¡Y hasta el manteo, que sobre él es toga!
Estos días los recordaría unos años más tarde Murguía, con motivo de un homenaje a Macías (20 de enero de 1917): “… No ha mucho, todavía, que hirió nuestro corazón y le oímos en Vivero con el mayor agradamiento, la oración que pronunció en honor de nuestro gran poeta y orador elocuentísimo, mi buen maestro el insigne Pastor Díaz, del cual habló D. Marcelo con el inmenso cariño que de este último esperábamos cuantos amamos la memoria de aquel grande hombre, a quien ensalzó como debía el sacerdote confundiendo en un todo, su amor hacía el poeta y hacia la tierra en que éste había nacido…”.
Muchisimas gracias a Don Federico por su colaboración.
Se puede apreciar la estampa tantas veces descrita de ambos polígrafos: Murguía con su chistera, y don Marcelo con el manteo elogiado por su discípulo Antonio Rey Soto:
Así extendía Cicerón la mano
y al torvo Catalina apostrofaba.
Con una voz como esa declamaba
sus broncíneos exámetros Lucano.
- No tuvo nunca el orador romano
la flamígera frase más esclava,
ni se cernió más alta, libre y brava,
la brava inspiración del vate hispano.-
Todo es latino en él: el grueso cuello,
el ancho cráneo, el híspido cabello,
la sutil majestad con que dialoga,
el recio gesto, la actitud erguida
y la enorme alegría de su vida …
¡Y hasta el manteo, que sobre él es toga!
Estos días los recordaría unos años más tarde Murguía, con motivo de un homenaje a Macías (20 de enero de 1917): “… No ha mucho, todavía, que hirió nuestro corazón y le oímos en Vivero con el mayor agradamiento, la oración que pronunció en honor de nuestro gran poeta y orador elocuentísimo, mi buen maestro el insigne Pastor Díaz, del cual habló D. Marcelo con el inmenso cariño que de este último esperábamos cuantos amamos la memoria de aquel grande hombre, a quien ensalzó como debía el sacerdote confundiendo en un todo, su amor hacía el poeta y hacia la tierra en que éste había nacido…”.
Muchisimas gracias a Don Federico por su colaboración.
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