Odilo Silva González, uno de los últimos en abandonar la plaza mayor.
Oficios perdidos. “Limpiabotas”
Hubo un tiempo en el que para trabajar solo necesitabas querer hacerlo, cierto es que tendrías que estar dispuesto a dedicarle horas, y en muchos casos difícilmente sacabas un buen sueldo a diario, pero un día con otro…. hoy, no es tan sencillo.
Ya hemos hablado de los serenos, ordenanzas, gorriones (niños vendedores de periódicos), charlatanes de feria, sin olvidar a los variados oficios que estaban reservados para las mujeres, lavanderas, demandaderas, etc. En esta ocasión le toca el turno a los limpiabotas.
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El Ruso |
Se que a más de uno ya le habrá venido a la memoria el más célebre de la última etapa: Charleston, (famoso por varios motivos que hoy no voy a recordar), en este caso su dedicación al oficio fue por tener un problema físico que le dificultaba mucho la movilidad y el limpia, trabajaba sentado… O también recordareis al conocido por El Ruso, que alternaba oficio con el de afilador y paragüero, cuando no estaba de portero en algún edificio. Contando sus andanzas por Holanda y Finlandia... no se si reales, o perfectas para embobar a unos niños de 12 años.
Pero por mis datos el más conocido en toda la ciudad fue uno de estos profesionales en los años 40-50 Luis Pumar “el Pispa”. Ya le dediqué un artículo, porque se decía que una recomendación suya era más efectiva que la del gobernador; no sería tanto así, pero es evidente que era un personaje muy apreciado. Eladio Novoa, Seijas, Iglesias, Berdellón, “El Ferrol” ….
https://ourensenotempo.blogspot.com/2014/11/luis-pumar-o-pispa.html
En mis lecturas de viejos periódicos, la primera referencia que encuentro habla de El Cárano, limpia viajero que compaginaba su trabajo con el de cantaor, cuando lo llamaban, y si no, el cantaba igual mientras trabajaba. Pero a continuación son incontables los nombres que aparecen. Si acaso el hecho de que muchos menores que no se veían “bajo el yugo de los estudios “, fueran candidatos a coger el cepillo como herramienta de trabajo, cuando no era algún impresentable que recogía chiquillos en situación precaria y los obligaba a dedicarse a tal labor. Quico, Chato, El Cojo, raro era el que se conocía por su nombre….
Se conocían tres tipos de profesionales, en función de donde estuvieran establecidos. 1º los que tenían su “salón” en la plaza mayor o la del Hierro, para lo cual deberían obtener un permiso municipal. 2º Los que por acuerdo con los propietarios, ejercían en los mas elegantes cafés de la ciudad. El Roma, Moderno, La Unión, El Túnel, El Miño; eran algunos de estos locales que ofrecían tal servicio, en competencia con las peluquerías donde era habitual aprovechar que tenías que estar sentado, para salir arreglado por los “Extremos”. Y por último 3º los que peor lo tenían, que eran los que andaban por la calle con su cajón, ofreciendo sus servicios a los clientes del resto de negocios. Los del primer y segundo grupo era habitualmente gente trabajadora bien considerados, en el 3º grupo se incluían los principiantes, los niños que os comenté antes, y también mucho sinvergüenza que se decía limpia, pero…
En 1932 sabemos de la constitución del sindicato de limpias, se reunieron el 2 de mayo en la casa del pueblo y escogieron como presidente a Agustín Escudero, vice: Victoriano Iglesias, secretario José María Diéguez…. Como primera medida se tomó la decisión después de votación de que los domingos desde las 4 de la tarde quedaba prohibido trabajar, como veis la norma anterior que les hacia parar a las 11 de la mañana no se respetaba, pero en esta ocasión sí que se haría.
Y para terminar, dejadme que comente algo que vengo leyendo recurrentemente desde al menos 1909, y es el “affaire” de las propinas. Fue esta una profesión junto a la de camarero, sereno, cochero etc. muy proclive a este acto, el de dar propina. Y si bien es cierto que no se debe basar el beneficio en ellas, habría que entender cuál es el objeto de su existencia. Contaba un limpia, preguntado al efecto: Yo por limpiar, tengo mi tarifa, 3 pesetas, (año de 1919), y con ella me siento pagado; en ella incluyo crema, cepillo, trapos, guardas y mi buena mano, pero… La conversación, el consejo, el periódico y mi sonrisa no están en la tarifa, por ello es, que los clientes en ocasiones me regalan mas de propina que de tarifa.
Mi agradecimiento a Íria, nieta de Odilo Silva, por los datos, fotos y el regalo que me hizo del cajón que utilizaba su abuelo. Como todos los objetos ephemera que tengo algún día espero que se puedan exponer para disfrute de todos los ourensanos.
Este cajón era uno de los dos o tres que Almacenes Feijoo, regaló a varios de estos profesionales a modo de reclamo publicitario. Un carpintero nobel, ofreció a Feijoo sus servicios y la imaginación le llevo a encargarle estos cajones que además de ganarse el agradecimiento de estos profesionales, publicitarían su comercio entre el publico ourensano.
Y mira que no era conocido el señor Feijoo, pero bueno, “marketing ourensano”.
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