El Lobo de Galicia
Antonio Iglesias Gómez.
Este nuestro Ourense y sus gentes nunca dejarán de
sorprenderme. Sin entrar en críticas de ningún estilo, coincidiréis conmigo en
que no es fácil triunfar en nuestra tierra. Pues a pesar de ello, la lista de
Ourensanos que han paseado con orgullo nuestro nombre es ya considerable, eso sí,
algunos son más conocidos fuera de nuestra tierra que dentro.
Hoy os presentaré a una de esas personas; Antonio Iglesias Gómez,
un ourensano que nunca renunció a sus raíces, pero a quien la vida empujó a
vivir siempre lejos de ellas. Cierto es que contaba que todos los años pasaba
unos días en Ourense, pero…
Para disipar dudas, puedo confirmar que su nacimiento se
produjo en 1933 en Ferreirua Vella, una pequeña aldea, próxima a Penalba en
plena Ribeira Sacra, y que desde muy joven lo trajeron sus padres a Canedo,
simultaneando estancias en los dos lugares y cogiendo lo mejor de cada “parroquia”.
Digo esto porque en su biografía consta que no escurría el bulto a la hora de
ejercer los duros trabajos que la Ribeira Sacra exigía, recordar que allí a la
vendimia se la denomina heroica. Ahí probablemente se forjó la excelente forma física
de la que gozaba “y vivía”. y por otro lado de Canedo sacó la picaresca del
Ourensano. Su juventud en Ourense la pasó con amigos de todo tipo, pero el
trato con Manaicas, Manulo, Leyenda, etcétera, le desarrolló ciertas
habilidades. Sus primeros cuartos “los
ganó” de forma fácil, y le cogió gusto: Un día con un amigo transportaba un
viejo colchón (en el Couto había un ropavejero que pagaba por la lana vieja con
que se rellenaban estos), y al terminar de pasar el puente decidieron
descansar, sentados en el colchón. Al cabo de un rato para su sorpresa, tenían
unas cuantas perras que la buena gente de Canedo les daba pensando que eran
jóvenes necesitados, y no se equivocaban, todo joven esta siempre
necesitado….
Cogieron gusto al tema y según parece de vez en cuando
aunque ya sin colchón, pasaban la gorra por la entrada del puente viejo.
Pero dejémonos de esos temas que no es por ellos por lo que
alcanzó fama y prestigio.
A mediados de los 50 y manteniendo una excelente forma física,
dio sus primeros pasos en el boxeo, primero en España con alguna salida por el
centro de Europa, pero en su peso que era el medio, las oportunidades eran
escasas con lo cual se hacía difícil dedicarse a ello de manera profesional. En
aquellos tiempos comenzaba a extenderse por Europa, lo que muchos consideraban
más un espectáculo que un deporte, y cualquiera de las dos opciones eran válidas,
hablamos de la lucha libre o mas concretamente el Catch, “pressing catch”, y Antonio se volcó. En la segunda temporada ya lucia el cinturón
de Campeón de España, y poco después el de campeón de Europa. Valencia y
Barcelona eran dos de los centros europeos donde había gran afición, pero el verdadero
filón estaba en América…
A comienzos de los 60, hace su primer viaje a Venezuela, donde
tiene una acogida excelente, y éxitos continuos. Es en ese momento cuando
adopta su nombre de guerra El Lobo de
Galicia, según él, para verse obligado a no rendirse nunca, con él, luchaba
toda Galicia, y “Galicia es invencible”. Saltaba al ring acompañado de su fiel perro
lobo, Bobby, y entre los dos daban cuenta de cualquier enemigo que se les
pusiera delante, hoy no creo que se permita tener un lobo de pareja, pero…
Después de Venezuela, decidió mudarse a Colombia, donde se asentó
finalmente. De todas maneras Antonio disfrutaba con estos espectáculos y el
publico le correspondía, lo cual lo llevo a aceptar combates allá donde lo
llamaran; recorrió toda Sudamérica, Perú, Guatemala, México, Brasil…, y a pesar
de las lesiones, alguna de ellas de extrema gravedad, llegó un momento que el
tema de rotura de costillas no lo contabilizaba. Su palmarés deportivo es espectacular y en sus
vitrinas tenía algunos de los trofeos más deseados del Catch, además de los
cinturones que lo acreditaban como campeón de España y Europa, tuvo también el de Luchador de Oro, el
cinturón de Bogotá y la máscara del Halcón de Oro.
Una biografía así ya seria interesante, pero en el caso de Antonio
eso es solo el comienzo, si, es cierto que dedicó mas de 30 años al catch, pero
tuvo tiempo de mucho más: Tenía fama de rudo, y aun así, los negocios y los
estudios no le daban miedo. Obtuvo el título de Odontólogo en la universidad de
Bogotá, y abrió consulta donde ejerció unos cuantos años, lo que no consta es
si para que los pacientes no protestaran, los dormía con anestesia o un buen puñetazo,
(perdón por la broma), otra de sus actividades fue la de formador de los
cuerpos de élite de policía colombiana. El mundo de los negocios también le
atrajo y no erró en sus decisiones, si acaso al final las tuvo que ir dejando
por falta de tiempo, pero en ninguno fracasó. Montó en Bogota, una discoteca a
la que ¿Cómo no? Llamó Galicia, que fue punto de reunión de la jet colombiana durante
más de 20 años. Ya sabemos que en Sudamérica
el jamón no es como el nuestro, y Antonio para no sufrir esa “carencia”,
construyó una granja que llegó a tener 3500 gorrinos.
Pero no me quiero extender mucho con esos temas porque falta lo
que fue su otra pasión: el cine. En Sudamérica su rostro era mas que conocido,
y su planta le hacia merecedor de probar en el mundo del cine. Hasta ocho
películas rodó, Aquileo venganza,
Operación antinarcótico, Cumbia, Ahora mis pistolas hablan, Hombre de acero,
Nazú y la esmeralda Sagrada, Alborada en Cartagena, Simón Bonaparte, y unas
cuantas series de televisión.













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