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Vista desde el convento del Divino Maestro (2009) |
Continúo con el artículo de López Cid, que nos explica unas
vistas hoy muy diferentes y en ocasiones imposibles. (Las fotos que acompaño
son de mi archivo y de manera intencionada no guardan relación con el texto)
DESDE MONTEALEGRE: A la izquierda, el barrio sur: tejados
oscuros color de sangre vieja; la mancha verde del Posío; el noble ábside de la
Trinidad, iglesia que parece orientada al revés, porque tiene la calle
principal a la espalda. Desde la Plaza Mayor el color de los tejados va
cambiando gradualmente, se aviva y las paredes son más blancas. El Miño huye
calmosamente hacia el Ribero, ancho como un camino de gigantes. Al pie del
monte, antes de deshacerse la ladera, el cementerio acostado -la postura ideal para un cementerio- ;
enfrente el nuevo seminario y el sanatorio de Piñor.
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Vista de 1957 desde la trasera de la tristemente celebre finca Marracú en Mariñamansa(foto de J.L. Fernandez Ojea) |
DESDE PIÑOR: Pinares entre los ojos y la ciudad; el caserío
hundido tras las ramas verdes; el Barbaña en ángulo muerto. Desde aquí, Orense
siempre me ha parecido un pueblo alegre y luminoso, muy abarcable suave.
DESDE EL HOTEL PARQUE: Una visión sorprendente. Orense está
dividida por un espinazo cuya altura perfilan San Francisco, la catedral y
Santa Eufemia, El barrio sur desaparece detrás ni se adivina.
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