Me llegan en estos días dos regalos que no se porque en mi cabeza relacione con la "Ora" de nuestros antepasados.
Uno es un regalo del amigo Antonio Ferreiros, se trata del artilugio que se usaba creo recordar que en los 60, para intentar regular el aparcamiento en la ciudad. Y aunque no es fácil; algo de información he conseguido sobre ellos. Se llamaban discos de aparcamiento y aunque sin confirmación definitiva, se instaurarían en la ciudad allá por el año 1965, siendo alcalde David Ferrer.
Los ourensanos llevaban tiempo protestando porque faltaba movilidad en el aparcamiento en el centro neurálgico de la ciudad, de aquellas calle del Paseo. En concreto las quejas se alzaban hacia los empleados de oficinas, bancos y comercios que trabajaban en la calle. Estos desde primeras horas de la mañana y hasta que finalizaba su jornada laboral, estacionaban sus vehículos en la calle, impidiendo que cuando alguien acudía a realizar gestiones no encontrara donde parar ni siquiera un momento.
La solución que se planteaba siguiendo el modelo de otras ciudades, (en Vigo se había puesto en marcha con aceptables resultados un par de años antes), era la utilización de estos discos de aparcamiento, con los cuales tu podías aparcar durante un periodo de hora y media como máximo, y pasado ese tiempo estabas obligado a mover el coche de sitio, buscando que los que trabajaban en la zona procuraran estacionar un poco mas lejos de esas calles problemáticas, para evitar la molestia de tener que mover el coche. Como veis, la ORA actual pero sin maquinitas de control...
Su implantación ayudaba algo, pero..., lo que si me comentan es que su funcionamiento, quizás debido al típico "en Ourense nos conocemos todos", dio lugar a que los encargados de vigilar el cumplimiento de la norma, tomaran café de gratis a diario. Ya que lo habitual es que durante la mañana en lugar de sancionar, se ocuparan de avisar a los infractores para que movieran el vehículo, y si con eso conseguían que quedara la plaza para otro....
Hubo otros intentos, como el de alternar el aparcamiento por quincenas en cada acera, hasta que finalmente en los 80 el alcalde Veiga decidió cortar por lo sano y peatonalizo la calle del Paseo.
El otro es una sorpresa que me llega desde Rosario en la hermana Argentina, y como veis se trata de uno de los relojes que con la firma de Manuel Barbosa (aquel ciudadano nacido en Portugal pero de espíritu ourensano), recorrieron mundo. En este caso me llama la atención la inscripción que muestra el reloj, si os fijáis pone Ros Skopf Freres Patent, me tengo encontrado habitualmente con Roskopf, a ver si los entendidos me pueden ilustrar.
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