¡¡¡Serenooo!!!.
Voyy.
¡Las doce y sin novedad....!.
No puedo confirmar
desde cuando en nuestra ciudad se instauro el servicio de serenos, más que nada
porque según mis datos nunca llego a considerarse un trabajo reglamentado, o
mejor dicho, el Concello que supuestamente debería de ser quien los designara,
nunca quiso responsabilizarse. Eso si puntualmente marcaba las directrices y
normas a cumplir por estos vigilantes, pero lo que es darles un duro....
A modo orientativo diré
que en 1888 ya eran un grupo bastante nutrido (6???) el de vigilantes que
rondaban las calles “principales”, Había el del barrio del Villar, que recorría
Colon y Villar principalmente el de la Plaza que cubría Tiendas, Arcedianos,
Paz, y la plaza mayor, el del centro Progreso, el de Corredoria, Santo Domingo etc.,
el dato lo aporta el rotativo Álbum literario, que recoge la noticia “sin
confirmar”, de un altercado en una casa de “buenas costumbres y Bellas
señoritas”. Como primeros pasos con seguridad nos podríamos retrasar al 1860. Dejare en manos de profesionales de la historia
indagar mas sobre el comienzo de la profesión en nuestra ciudad ya que se hace
complicado, por conocerse con anterioridad como vigilantes y aun no como
serenos.
Pero de momento me
quedare con alguna de las referencias que en una búsqueda rápida encuentro en
la vieja prensa (Gaceta de Galicia), como por ejemplo la de que el Sereno en
1883 fue quien consiguió evitar un incendio en el estanco que había en la calle
San Miguel y si bien no pudo salvar el tabaco, los vecinos no corrieron riesgo
alguno; o como el muy desagradable incidente que en 1889 recoge El Eco de
Galicia: ..”En la calle de la Paz. A las voces de ¡socorro que me matan! Dadas
por una mujer, acudieron varios vecinos. Su sorpresa fue grande y mayor su
indignación al enterarse de que el sereno del barrio había roto su garrota en
las costillas de la que pedía auxilio. Por mucho que “faltase” la apaleada,
sobrados medios tenía el agente sin llegar a tanto. Y de justicia es recordar
el nombre de uno de los más conocidos serenos de la ciudad: José
Rodríguez Pato, en
el año 34 el solo con el “auxilio” de su garrote consiguió reducir a tres
delincuentes habituales y conducirlos al cuartelillo.
Son muy escasas las
fotografías nocturnas que conozco de Ourense, algún edificio iluminado en fiestas
(año 35) y esta de la plaza del trigo (año 60),
Dada la precariedad
del empleo, no queda más remedio que
esperar que hubiera de todo en el colectivo, sin embargo a lo largo de la
historia son más los buenos recuerdos que los problemas causados por estos
vigilantes de la noche. Un chuzo de madera, silbato (pito), una capa y gorra de
visera, eran lo que podríamos llamar equipación oficial. Aunque si lo
analizamos en detalle, descubriremos que el chuzo se lo agenciaban ellos mismos
de una buena rama, recogida en uno de los jardines de la ciudad y a la que poco
a poco le iban dando forma quizás fuera uno de sus primeros entretenimientos
para las largas noches de vigilia. La capa era de manera habitual reciclada de
alguno de los “buenos clientes” que buscando la discreción del profesional no
dudaban en regalarle la vieja capa cuando tocaba cambio. Y la gorra, ya era
otro cantar, en ocasiones algún chauffeur que la perdía, o algún músico que ya
la veía muy ajada y se deshacía de ella; aunque hubo una época hacia la mitad
del siglo pasado, que los serenos recibían del gerente de Alfredo Romero capa y
sombrero, cuando no era Don Ramón Puga quien cubría sus necesidades. En alguna
ocasión extraordinaria era el Concello, pero más por empeño de algún alcalde
y/o concejal que de la corporación. Otro tema de gran importancia, era el de la
remuneración, que tristemente dependía de la buena voluntad de comercios y
vecinos, y esta no siempre era “mucha”,
aunque claro, lo que si había grandes diferencias era en función de la zona
cubierta: los del centro sí que se ganaban sus buenas perrillas, entre los
buenos comercios, y los varios “randas” que preferían la discreción del
vigilante, sin olvidar a viajeros despistados que no encontraban su hotel, las
propinas no eran malas. De lo que mejor no hablamos es de coberturas sociales,
porque no se sabía lo que era.
No quiero aburriros con demasiados datos, que los hay y simpáticos sobre
este colectivo; en 1947 se contaban 17 Serenos en el centro de la ciudad, que
ya eran... continuare en otra ocasión,
Aunque se dice que el oficio se extinguió hacia
los setenta, este recibo cobrado por Dámaso Feijoo al conocido comercio
Windsor, lo contradice aunque bien pudiera tratarse de un error de escritura,
el hecho de aparecer como nombre de calles José Antonio y Calvo Sotelo en lugar
de Paseo, parece apoyar esa tesis...
(Recibo regalado por Roberto Añel)
...admirabamos la constancia y la
fidelidad de esos bravos astures y leales gallegos, que envueltos en su capote
y con el característico chuzo en la diestra, vigilaban sin cesar por la
tranquilidad del vecindario. Luciano Cid Hermida, el Heraldo Gallego 3 de Junio
1876
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