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10/3/14

El otro Paraíso

Recorte de fotografía prestada por Javier Torres; hubo que hacer una reparaciones en el rotulo, pero creo que quedo bastante bien.
   Al fin y al cabo, los que como yo nacimos en los sesenta; muchas cosas tuvimos que ir descubriéndolas por nuestros propios medios, y en muchas ocasiones nos hacíamos una idea “poco aproximada” de lo que realmente era.

   Hoy fruto del paso de los años, y más que nada, de las confidencias y anécdotas que me tienen contado muchos de mis amigos “de edad”, en algunos temas la visión ha cambiado radicalmente.

   Un ejemplo eran las actividades que se concentraban en la histórica calle del Villar, la plaza de la Herrería, y la prolongación de Cervantes, (creo que en un tiempo se llamo rúa do Vergal).  Durante mi tierna infancia: zonas prohibidas, donde el pecado, la maldad y las malas costumbres reinaban a sus anchas. Llegando a los catorce, recuerdo que con frecuencia y haciendo gala de ese espíritu “valiente” y transgresor propio de la edad sustituíamos el paso por la calle de Colon, (igual de antigua pero mucho más “casta”), hacia el colegio en el Posío, por una escapada al “infierno”. Allí con más miedo y vergüenza que otra cosa; a modo de “prueba de sangre”,  entrabamos en uno de los bares a pedir cacahuetes y de paso a echar un vistazo. Como es lógico, a esas horas, serian las tres de la tarde, por allí solo andaba la señora de la limpieza que nos corría con la fregona; aunque en ocasiones estaba la dueña quien amablemente, nos daba los cacahuetes, pipas o caramelos, (si no  recuerdo mal era en un local que estaba en el callejón de Cervantes y había que bajar unas escaleras).
    Con el paso del tiempo, y como os decía, más que nada gracias a mis “viejos” amigos el concepto ha cambiado sustancialmente. Desde luego que no se puede esconder que el trasfondo casi siempre era de necesidades y penuria; pero también es cierto que mucha de la gente que por allí se movía intentaba llevarlo con la mayor dignidad posible, y lo conseguía.
"Al Salón" de Henri de Toulousse Lautrec

   Me hablan de amistades sinceras, incluso alguna historia de amor; pero sobre todo muchas ganas de divertirse en unos tiempos complicados. ¡Bueno!, algunos le llamaban divertirse a cualquier cosa. Mi añorado amigo Andrés me contaba como las despedidas de soltero de los jóvenes del puente incluían en el programa ir al barrio a montar camorra; otro no hace mucho me confesaba que muchos clientes solamente iban a tomar copas; que como mucho a las chicas les calentaban la oreja, y nada más. Uno incluso me  reconoció que en el Patio Andaluz (otra zona pero el mismo ambiente) había aprendido a bailar con la ayuda de una chica a la que aun hoy saluda y respeta.

   Dejemos el tema por hoy que ya lo retomaremos en otras ocasiones, enjundia tiene para dar y tomar, (¡uyyyy! Que poco afortunada la frase, pero bueno……)

La fotografía de hoy aparentemente dice poco, pero los nostálgicos seguro que sabrán valorarla. El Paraíso fue uno de los locales más emblemáticos de la plaza de la Herrería; además de ostentar el titulo de ser el primer local de la ciudad en abrirse con el epígrafe de Bar especial. Eso ocurrió en el año 1967, y su propietaria era la famosa Maximina “La Abuela”. 

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