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9/7/13

Serafín Fernandez, policia en Rivadavia (desde Argentina)

   El Ourensano y la emigración por suerte o por desgracia, (que de todo ha habido) han ido durante muchísimo tiempo de la mano, y parece ser que tenemos muchas papeletas de que se repita la historia.
   Podemos encontrar historias de todo tipo, regresos fastuosos, otros más discretos, pero las más tristes para el terruño, son las del “no retorno”. 
   Cuando se decide, no volver, es habitualmente, porque la integración en la tierra de acogida ha sido total; también es cierto que en casos como el que hoy os cuento, no hubo tiempo para realizar ese anhelado retorno.
   La historia me la envía la nieta del protagonista, Marta Susana Gómez Fernández, desde Comodoro Rivadavia (Argentina), y fue publicada en la prensa local como recuerdo a los emigrantes que ayudaron a forjar el gran país que hoy es Argentina, con motivo del centenario de la creación de esa comunidad, en el 2001.

Serafín Fernández: Policía de Barrio 

   Nació en Orense España el 28 de Febrero de 1903. Llego a la Argentina, junto a sus padres y hermana, cuando tenía 8 años.
   Debido a que el viaje le resulto largo y aburrido, no quiso volver con su familia a vender sus pertenencias, quedándose en Gaiman, bajo el cuidado de la familia Gamarra. No imaginaba el pequeño que nunca más los vería, que la guerra los separaría para siempre y que esta tierra en la cual el eligió quedarse seria su patria su vida y su tumba.
Entro a trabajar en la policía a los 18 años. Eran tiempos difíciles de viento, frio, piedras, tierra y nieve. Contrajo enlace con Anou Jeanne Hughes, hija de galeses. En Gaiman tuvieron tres hijos Margarita, Marta y José.
En el año 1932 lo trasladan a Comodoro. El viaje duro tres días en camiones que crujían sobre el camino y se frenaban con el fuerte viento. Llegaron una noche de octubre a un hospedaje de la calle Belgrano. Luego la familia de otro policía les prestó una casa.
Fueron años duros de lucha, de trabajo, de sacrificio. De andar a caballo contra las tormentas de agua y de arena, de escarcha y de nieve para cumplir con su deber y la noble tarea que él había tomado como un sacerdocio, ser policía.

    Fue trasladado a la comisaria de Km 8, cumplió funciones en Manantial Rosales y Cañadón Perdido. En Caleta Córdova hizo construir la primera casilla de policía. Allí estuvo varios años. Construyo su casa con sus propias manos. Tuvo 2 hijos comodorenses, Teresa y Raquel Ana. En 1956, a poco de jubilarse, el sargento Serafín Fernández dejo de existir. No quiso Dios que volviera a ver su lugar de nacimiento como era su sueño. Ya Había luchado tanto que su cuerpo cansado habiendo cumplido su misión de policía, tal vez prefirió quedarse en su patria de adopción. Fue un policía de ley, grande y leal, amado y respetado por todos los que lo conocieron.
Era “el policía”, pero también el amigo, aquel al que se le pedía ayuda, un consejo, que inspiraba confianza, credibilidad y protección, severo ante la mentira, la hipocresía, y todo acto deshonesto.
Había quedado solo en esta tierra desconocida que luego hizo suya y lleno de frutos, 5 hijos, 17 nietos y 30 biznietos. La mayoría viven en Comodoro Rivadavia, orgullosos de ser descendientes del policía de barrio, de aquel espíritu luchador y noble que ayudo como tantos otros que pusieron el hombro  a la adversidad con su aporte de solidaridad, trabajo honradez y rectitud a hacer que aquel pequeño pueblo se convirtiera en la ciudad de la que hoy disfrutamos.
Texto de Mercedes Fernández  publicado en el diario Crónica de 17 de febrero de 2001.

Esta entrada surgió de manera inesperada, pero dado el interés que al menos para mí tienen estas historias que hablan de nuestros emigrantes, decidí adelantarla a la prevista. De todas formas no creo que os quejéis, esta semana tendréis martes, miércoles y jueves.

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