Hoy son muy pocos los que se animan a lanzar al mercado, nuevas publicaciones, si acaso hace un tiempo las subvenciones servían de reclamo para algunos más, pero raro fue que salieran adelante; posiblemente no fuera por falta de lectores dispuestos a comprar la revista, que en ocasiones puede ser interesante el tema, y a un precio razonable la adquirirían.
El obstáculo es la falta de publicidad, que es la que, de siempre permitió la supervivencia de las publicaciones.
El problema no es nuevo, lo sufrieron en su día todos los que se aventuraron en ese mundo de la publicación periodística; los artífices de Nos, Galicia, La República, y como no Don Valentín Lamas Carvajal, tanto en su Tío Marcos d’a Portela y cómo no, en el Heraldo tuvieron que enfrentarse a ese pesado trabajo comercial.
En los primeros ejemplares de todas las publicaciones, es habitual ver como el editor aprovecha para publicitar sus propios productos; o podríamos decir que intenta cubrir espacios. En alguna ocasión se puede pensar que ofrece espacios gratuitos a potenciales clientes o amigos.
En la entrada de hoy tenéis los primeros anuncios que salieron en el Heraldo Gallego; son una prueba precisamente del primer argumento.
Aprovecha para publicitar la imprenta del Diario (que por cierto, cambio de ubicación en varias ocasiones, yo desconocía la que aparece en este anuncio que encabeza la entrada, Plaza Mayor, entrada por Arcedianos 1). O libros y publicaciones amigas, de los que convierte a la redacción del periódico en librería distribuidora improvisada.
El sábado que viene os enseñare los primeros anuncios que aparecen en el "Heraldo Gallego", "aparentemente" de pago.
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